La Cruz de Caravaca es una Lignum Crucis, es decir, un fragmento de la Santa Cruz en la que fue crucificado Jesucristo. Esta reliquia se conserva en un relicario con forma de cruz de doble brazo horizontal.
Tradición
En 1231, regía la taífa de Murcia el emir Benhud cuando llegaron a su reino unos cautivos cristianos entre los que se encontraba el clérigo Ginés Pérez de Chirinos. El regidor de la ciudad, Ceyt Abuceyt preguntó al clérigo por su oficio y cuando éste le contestó que celebrar misa, ordenó que se le entregara lo necesario para hacerlo, ya que sentía gran curiosidad. Cuando el sacerdote solicitó una cruz, aparecieron dos ángeles en el cielo transportando el relicario con el Ligmnum Crucis que que perteneció al primer Patriarca de Jerusalén, Esta milagrosa aparición hizo que el rey y toda su corte se bautizaran.
Historia
Esta reliquia que primero estuvo custodiada por la Orden del Temple, y posteriormente por la Orden de Santiago, demostró desde el principio ser una gran fuerza protectora y poder. Por ello, cuando once años después de su aparición el reino de Murcia pasó a manos del rey Fernando III el Santo, la Cruz sirvió de bandera y talismán contra los ataques musulmanes y Caravaca se convirtió en el bastión de la frontera entre árabes y cristianos.
Tras la reconquista, la Vera Cruz de Caravaca continuó siendo una inspiración en el avance del Evangelio. Numerosas ordenes religiosas se asentaron o pasaron por Caravaca atraídos por la fuerza de la reliquia. Desde ahí, franciscanos, jesuítas y jerónimos llevaron en sus misiones la devoción a la Cruz de Caravaca por todo el mundo.
Esta devoción se incrementó por las diversas indulgencias y privilegios concedidos por diversos Papas; convirtiéndose en un importante centro de peregrinación. Entre los peregrinos más destacados están San Juan de la Cruz y Santa Teresa de Ávila.
Invasión Napoleónica Durante la invasión napoleónica, la Cruz se trasladó por su protección a la parroquia del Salvador, donde se ocultó en una caja enterrada. RoboEn la madrugada del 12 de febrero de 1934, unos ladrones robaron la Sagrada Astilla, dejando abierto el relicario. Nunca se descubrió a los autores ni se pudo recuperar la reliquia.
En 1945, el Papa Pío XII concedió a Caravaca una nueva Lignum Crucis, acto que se celebró con gran júbilo por todos los creyentes en esta Santa Reliquia.
Amuleto
La Cruz de Caravaca tiene un gran poder de protección y buenos augurios. El cruce del espíritu representado por la línea vertical y el plano material de la línea horizontal, resulta en el ser que se mueve en este plano material y puede subir y bajar en él; el hombre y su libre albedrío.
Otorga protección contra todo tipo de males, protege al hogar, a sus habitantes, y su economía. También trae prosperidad y rechaza las malas energías.