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San Cristóbal de Licia

San Cristóbal de Licia, «el que lleva a Cristo»,  cuya fiesta celebramos el 10 de julio, es uno de los 14 santos auxiliadores y patrono de transportistas, viajeros. Se invoca a San Cristóbal para no morir sin estar preparado. La Áurea leyenda de Santiago de la Vorágine nos cuenta la historia de este hombretón de la tribu de Canaán cuyo rostro y tamaño infundían miedo: En busca del rey más poderoso Decidido a servir al rey más poderoso, Cristóbal viajó hasta llegar a una corte muy lejana donde el rey le tomó a su servicio y lo alojó en palacio. Un día en que  el bardo cantó ante el rey una canción en la que se mencionaba varias veces al demonio, se sorprendió a ver que el rey, hacía la señal de la cruz cada vez que me mentaba al diablo. Cristóbal preguntó al monarca por la señal y éste le dijo: «Siempre que oigo mentar al diablo tengo miedo de que ejerza su poder sobre mí y el signo de la cruz me protege contra sus acechanzas». Entonces Cristóbal dijo al rey: «¿De modo que temes al diablo? Eso quiere decir que el diablo tiene más poder y es mayor que

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Santo Tomás Apóstol

La tradición antigua dice que Santo Tomás Apóstol fue martirizado en la India el 3 de julio del año 72. Lo poco que conocemos del apóstol Tomás nos ha llegado del evangelio de San Juan, en el que aparece tres veces: Tomás, dispuesto a morir por Jesús Enterado Jesús de la enfermedad de Lázaro dijo a sus discípulos: “Volvamos de nuevo a Judea” Ellos, temerosos, dijeron: “Rabbí, con que hace poco los judíos querían apedrearte, ¿y vuelves allí”. Jesús respondió: “¿No son doce las horas del día? Si uno anda de día, no tropieza, porque ve la luz de este mundo; pero si uno anda de noche, tropieza, porque no está la luz en él.” Entonces Tomás, llamado Dídimo, dijo a los otros discípulos: “Vayamos también nosotros a morir con él.” Juan 11:16 Tomás pregunta por el camino del Señor Durante la Última Cena, Jesús trató de preparar a sus discípulos para su muerte y les instó a seguir su camino. Dijo Jesús a los apóstoles: «No se turbe vuestro corazón. Creéis en Dios: creed también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas mansiones; si no, os lo habría dicho; porque voy a prepararos un lugar. Y cuando haya

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San Heinrado, el loco por Cristo

San Heinrado provenía de una familia pobre y, tras hacerse sacerdote, decidió ser un eterno peregrino. Fue desde Alemania a Roma y de ahí a Tierra Santa, donde visitó, entre otros, el Santo Sepulcro y el monte del Calvario, para volver años después a Alemania. Eligió una inusual forma de ascetismo practicada por pocos santos que buscaban humillarse y acabar con su orgullo de hombre llevando una vida extremadamente austera y adoptando actitudes tan excéntricas que se les tenía por locos. Tras su regreso de Tierra Santa, recorrió Alemania como peregrino durante 40 años llevando la palabra de Dios a todo quien quisiera escucharle, pero sus excentricidades le acarrearon numerosos conflictos. Cerca de un monasterio en Renania, increpó al abad por su poca santidad, y éste mandó que le dieran una paliza. En Wesffalia, un cura le azuzó los perros para alejarlo de la parroquia. La emperatriz Cunegunda ordenó que lo azotaran por decir que era hermano del emperador. Tras el castigo, San Heinrado le dijo a la emperatriz: «Tenemos el mismo Padre en los cielos». Ella, arrepentida, le pidió perdón. Al final de su vida, San Heinrado se convirtió en un eremita, muriendo solo y alejado del mundo.

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Virgen del Perpetuo Socorro

La Virgen del Perpetuo Socorro es una de las invocaciones marianas de las que existe mayor documentación, dado que junto al cuadro se encontraba fijo en una tabla el pergamino que narraba su historia. Historia de la advocación Esta imagen originaria de Creta estaba en manos de un comerciante que embarcó con destino a Roma. Durante el viaje, se desató una gran tormenta  y el comerciante sacó el cuadro, lo sostuvo en alto y pidió auxilio a la virgen. El mar se calmó y la nave arribó al puerto sin más contratiempos. El mercader se instaló en Roma y mantuvo la imagen en un lugar preferente de su casa hasta que un día, enfermó de gravedad e hizo llamar a un amigo para encomendarle que, tras su fallecimiento, hiciera colocar la imagen de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro en una iglesia digna para que fuera venerada públicamente. El amigo prometió hacerlo así, pero no llegó a cumplir su promesa ya que su esposa se había encaprichado de la imagen. Nuestra Señora del Perpetuo Socorro se le apareció al hombre hasta en tres ocasiones indicándole que si no cumplía su promesa de colocar la imagen en una iglesia, algo malo sucedería.

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Nuestra Señora de la Consolación

Nuestra Señora de la Consolación, la madre que consuela y ampara, es una advocación mariana de larga tradición. Historia de la advocación Cuando San Eusebio regresó a Turín en el año 354 del destierro a Palestina impuesto por el emperador Constancio regaló a su amigo San Máximo una imagen de la Virgen María pintada por San Lucas. San Máximo colocó la imagen en una pequeña capilla junto a la iglesia de San Andrés que pronto fue muy venerada por el pueblo de Turín, que la llamó «La Consolata». En el año 840 los Padres Benedictinos encargados de su custodia escondieron la imagen para protegerla de la destrucción de los iconoclastas, permaneciendo escondida durante años. El 18 de noviembre de 1015, el rey Arduino se encontraba gravemente enfermo y, tras invocar a la Virgen de la Consolación, ésta se le apareció pidiendo que construyera tres iglesias en su honor. El rey sanó y cumplió su promesa erigiendo una de esas iglesias en Turín y colocando en ella el bellísimo cuadro de la Virgen. Era tal la veneración de los turineses por esta advocación, que al año el Papa Benedicto VIII concedió indulgencias a los fieles que allí se reunieran. En 1080, Turín

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