Patrón de: Génova y Quebec, de la Orden de Malta, de los Caballeros Hospitalarios, del bautismo, de la vida monástica, de los cuchilleros, impresores, pajareros y sastres. Se el invoca contra el pedrisco, la epilepsia, las convulsiones y los espasmos.
Historia del martirio
Herodes Antipas, hijo de Herodes el que mandó matar a los inocentes, reinaba tras la muerte de su padre en Galilea y en Perea cuando fue a visitar a su hermano Filipo en Roma. Allí se enamoró de su cuñada Herodías, mujer ambiciosa que abandonó a su marido y su aburrida vida en Roma por el lujo y placeres que le ofrecía su cuñado.
Una vez en Galilea, su unión amancebada fue duramente criticada por Juan el Bautista, quien no desperdiciaba la ocasión de señalar que se trataba de una unión no lícita. Herodías no soportaba el dedo acusador de Juan y convenció a su marido para que lo detuviera. Pero el eco de la crítica de Juan no cesaba…
Celebraba Herodes Antipas su cumpleaños junto a las grandes autoridades del reino cuando Herodías hizo que, en lugar de las habituales bailarinas, fuese su hija Salomé la que bailara durante el banquete. Salomé había aprendido bailes desconocidos para esos hombres de provincia y, espoleada por su madre, realizó un baile extremadamente sensual que enloqueció a todos los presentes. Herodes, entusiasmado prometió a Salomé darle lo que le pidiera, incluso la mitad de su reino si era eso lo que deseaba.
Salomé acudió a su madre aturdida y ésta le indicó que pidiera la cabeza del Bautista en una bandeja que le dio. Así, Salomé, con la bandeja en la mano, pidió a Herodes que se otorgara en ese mismo instante la cabeza de Juan el Bautista en esa misma bandeja.
Herodes apreciaba a Juan y sus consejos, pero no podía echarse atrás y cumpliendo la promesa que le hizo ante todas las autoridades, ordenó que decapitaran a Juan y le entregaran su cabeza a Salomé.
Oración
Gloriosísimo San Juan Bautista, por el amor ardiente que tuviste al Niño Jesús y por la santísima dulzura que infundió en tu corazón con sus halagos; por aquellos privilegios que te concedió para hacer tantos milagros a favor de tus devotos, te suplico te dignes favorecerme en todas mis necesidades con tu eficaz patrocinio y en particular te ruego me alcances la gracia que te pido en este día.
¡Oh, glorioso San Juan Bautista, muévete a piedad de esta alma acongojada, que en ti puso sus esperanzas; líbrala, te ruego, de sus miserias. ¡Oh, santo de los milagros!, alivia la congoja de mi corazón, y haz que yo viva aquí como verdadero amante de mi Jesús para poder gozar de Él en el Cielo. Amén.