Fernando III, fue un rey de gran rectitud y prudencia que gobernó con justicia procurando defender a los pobres y desvalidos. Ideal de caballero cristiano, practicaba la oración piadosa y la misa diaria, tal y como le había enseñado su madre, la muy piadosa Reina de Castilla, Berenguela I.
Primo del Rey San Luis, Rey de los Franceses, emprendió como servicio a Dios la reconquista de las ciudades que estaban en manos de los musulmanes, conquistando ciudades tan importantes como Jaén, Murcia y Sevilla. Durante sus 24 años de guerra, llevó la imagen de la Virgen de las Batallas, también conocida como Santa María de los Reyes, que se encuentra en la Catedral de Sevilla.
El 30 de mayo de 1252, afectado por un ataque de hidropesía y sintiéndose morir, Fernando III se despojó de sus atributos reales, quedándose tan sólo con un sayo. Mandó que le trajeran una soga que se colocó al cuello, se arrodilló y dijo:
“Desnudo salí del seno de mi madre, desnudo he de volver al seno de la tierra”
Su cuerpo incorrupto se encuentra en la Catedral de Sevilla bajo los pies de Santa María de los Reyes, en una hermosa urna de plata y cristal.