Descripción
La leyenda de los Darumas: los guardianes del deseo
Cuentan los antiguos que, en lo alto de las montañas de Takasaki, donde la niebla se entrelaza con los cerezos y los espíritus del bosque susurran en el viento, vivía un monje llamado Bodhidharma.
Su espíritu era tan fuerte que, al meditar frente al amanecer durante años sin moverse, su cuerpo se volvió ligero como el aire y redondo como el sol naciente.
Cuando finalmente abrió los ojos, comprendió que el poder de la perseverancia podía tomar forma. Con su último aliento, transformó su esencia en pequeños guardianes de madera: los Darumas.
Cada Daruma nació con los ojos cerrados, pues no ve el futuro hasta que un corazón humano le confía un deseo.
Cuando alguien pide un sueño con verdadera fe, pinta uno de sus ojos —y el Daruma, desde su silencio redondo, comienza a girar por el destino, buscando los caminos ocultos que conducen al logro.
Dicen que, al cumplirse el deseo, el Daruma abre su segundo ojo.
En ese instante, una luz invisible danza en su interior y el eco del monje Bodhidharma sonríe en el viento, satisfecho de que la fe y la constancia aún florecen entre los humanos.
Desde entonces, los Darumas son más que amuletos:
Son los espíritus de la esperanza que nunca caen, porque incluso cuando ruedan, siempre se levantan.
Traídos desde Japón.
Los auténticos DARUMAS.
INSTRUCCIONES:
Piensa en un deseo y píntale un ojo al Daruma ese será su primer ojo abierto a partir de allí empezara a buscar el camino de tu deseo una vez cumplido pinta el otro ojo y ya podrás guardarlo o mantenerlo en casa como decoración.
				




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